a esplenomegalia, que puede complicarse con hipertensión portal, varices esofágicas y, como consecuencia, hemorragias del aparato digestivo. La fibrosis hepática y esplénica no se asocia necesariamente con un aumento del tamaño de estos órganos. Las pruebas de laboratorio son poco indicativas, aunque la expe- riencia ha demostrado la conveniencia de realizar una prueba de BSP (bromosulftaleína), así como la determinación de SGOT
(transaminasa glutamicooxalacética en suero) y la SGPT (transa- minasa glutamicopirúvica en suero), gamma GT y bilirrubi- nemia. La única prueba fiable es una laparoscopia con biopsia. La superficie del hígado aparece irregular debido a la presencia de granulaciones y zonas escleróticas. La estructura general del hígado rara vez sufre modificaciones y el parénquima se ve poco afectado, si bien se encuentran células hepáticas con degenera- ción y necrosis de hepatocitos, siendo evidente un cierto polimorfismo de los núcleos celulares. Las alteraciones mesenqui- matosas son más específicas, ya que siempre se observa fibrosis de la cápsula de Glisson que se extiende por los espacios portales y penetra en los intersticios de las células hepáticas. Cuando el bazo resulta afectado, se observa fibrosis capsular con hiperplasia folicular, dilatación de los sinusoides y congestión de la pulpa roja. No es raro encontrar una ascitis discreta. Tras retirar al sujeto de la exposición, la hepatomegalia y la esplenomegalia disminuyen, las alteraciones del parénquima hepático remiten y los cambios mesenquimáticos pueden continuar su progresión o pueden ceder en su evolución.
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