El contacto de la piel con el peróxido de hidrógeno en forma líquida produce una decoloración pasajera de la piel y, si la contaminación no cesa, es posible que se produzca eritema y vesiculación.
Aunque la ingestión de peróxido de hidrógeno es poco frecuente, cuando se produce puede causar irritación del tracto gastrointestinal superior. Su descomposición produce la rápida liberación de O2, provocando la distensión del esófago o el estómago y, posiblemente, graves lesiones y hemorragias internas.
La descomposición del peróxido de hidrógeno es un proceso continuo que tiene lugar incluso a velocidad lenta cuando el compuesto está inhibido y, por tanto, debe almacenarse en un lugar adecuado y en envases ventilados. El peróxido de hidrógeno de grado alto es un producto altamente energético. Cuando se descompone en oxígeno y agua, se libera gran cantidad de calor, lo que produce a su vez un aumento de la velocidad de la descomposición. La velocidad se multiplica por casi 2,2 veces con cada 10 ºC de aumento de la temperatura entre 20 y 100 ºC. Aunque las soluciones puras de peróxido de hidrógeno no suelen ser explosivas a presión atmosférica, las concentraciones de vapor del peróxido de hidrógeno en equilibrio por encima de 26 mol % (40 % en peso) se hacen explosivas a temperaturas por debajo del punto de ebullición del líquido.
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