Las zonas donde se almacenen y manipulen estos productos deben estar protegidas contra incendios mediante un sistema de rociado o aspersores (puede utilizarse un sistema de rociado con nitrógeno líquido para la protección de los peróxidos que sólo son estables por debajo del punto de congelación del agua). En caso de incendio, se aplicará agua desde una distancia segura mediante un sistema de aspersores o con manguera, preferiblemente provista de una boquilla aspersora. Sin embargo,
si el peróxido está diluido en un disolvente inflamable de baja densidad, será necesario utilizar espuma. No deben utilizarse extintores portátiles, salvo en el caso de incendios muy pequeños. Los peróxidos amenazados por un incendio deben humedecerse desde una distancia segura para enfriarlos.
En caso de producirse el contacto de la piel con peróxidos, la zona afectada debe lavarse rápidamente para evitar su irritación. En caso de contacto con los ojos, éstos deben lavarse inmediatamente con agua abundante, poniendo a la víctima bajo vigilancia médica. Si no se actúa rápidamente, la exposición a irritantes corrosivos como el peróxido de metiletilcetona puede causar ceguera. En caso de ingestión accidental, debe solicitarse también asistencia médica. Si se produjera sensibilización, habría que evitar ulteriores contactos con peróxidos.
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