Los derivados del ácido pícrico de importancia industrial son los picratos metálicos (de hierro, níquel, bario, cromo, plomo y potasio) y las sales de amoniaco y guanidina. Algunas de estas sales metálicas (bario, plomo o potasio) se han utilizado para la fabricación de mezclas detonantes y reforzadoras en bombas, minas y balas de cañón. Los efectos tóxicos pueden producirse por contacto cutáneo o por inhalación o ingestión del polvo de ácido pícrico o de sus sales. El contacto con la piel produce además dermatosis. Algunas de las sales metálicas también representan un riesgo de incendio y explosión.
Tras la ingestión de algunos gramos de ácido pícrico, que tiene un sabor sumamente amargo, puede producirse gastroenteritis aguda, hepatitis tóxica, nefritis, hematuria y otros síntomas urinarios. La piel y la conjuntiva se tornan de color amarillo, principal- mente debido al ácido, pero también en parte, a causa de la ictericia. Puede producirse una visión amarilla. La muerte, cuando se produce, se debe a lesiones renales y anuria. En raras ocasiones, la muerte va precedida de ictericia y coma. Tras la absorción de esta sustancia por vía percutánea aparece cefalea, vértigo, náuseas, vómitos y erupciones cutáneas.
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