viernes, 19 de septiembre de 2014

Riesgos El n-hexano (I)

puede penetrar en el organismo por dos vías: por inhalación o a través de la piel. Sea cual sea la vía, la absorción es lenta. De hecho, las medidas de la concentración en equilibrio de n-hexano en el aire espirado han demostrado el paso de los pulmones a la sangre de una fracción del n-hexano inhalado de entre el 5,6 y el 15 %. La absorción a través de la piel es extrema- damente lenta.
El n-hexano produce los mismos efectos en la piel que los descritos previamente para otros hidrocarburos alifáticos líquidos. El hexano tiende a evaporarse cuando se ingiere o aspira en el árbol traqueobronquial. El resultado puede ser su rápida dilución en el aire alveolar y un descenso marcado del contenido de oxígeno, con asfixia y consiguiente lesión cerebral o parada cardíaca. Las lesiones irritativas pulmonares que se producen después de la aspiración de homólogos superiores (p. ej. octano, nonano, decano, etc.) y de mezclas de los mismos (p. ej. quero- seno) no parecen deberse al hexano. Los efectos agudos o crónicos se producen casi siempre por inhalación. El hexano exhibe una toxicidad aguda tres veces mayor que el pentano. Los efectos agudos se producen por exposición a altas concentra- ciones de vapor de n-hexano y van desde mareo después de una exposición breve a concentraciones de aproximadamente
5.000 ppm, hasta convulsiones y narcosis observadas en animales
a concentraciones de aproximadamente 30.000 ppm. En el ser humano, la exposición durante 10 minutos a una concentración de 2.000 ppm (0,2 %) no produce síntomas. La exposición a
880 ppm durante 15 min puede causar irritación de los ojos y el tracto respiratorio superior.

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